Una investigación de la Procuraduría de Justicia de Coahuila puso al descubierto que el penal de Piedras Negras era usado como “campo de exterminio” por el cártel de Los Zetas.
De acuerdo con los resultados de la pesquisa este presidio estuvo bajo el control total del grupo criminal entre 2009 y 2011, tiempo que la cárcel se convirtió en un centro criminal en el que los internos fabricaban uniformes, fundas y chalecos antibalas para los miembros de la banda y alteraban vehículos para ocultar drogas, armas y dinero en su interior.
La cárcel de Piedras Negras era además un hotel donde los líderes del grupo criminal se escondían cuando las fuerzas federales montaban operativos de búsqueda en la ciudad.
El hallazgo más delicado es que criminales torturaron, asesinaron e incineraron personas de manera sistemática en el interior de la prisión.
Entre las víctimas se encuentran miembros de la banda o de sus adversarios, además de personas ajenas al mundo criminal como vendedores sordos, mujeres y policías federales.
“Lo que tenemos en las investigaciones es que más de 150 personas fueron privadas de la libertad, llevadas a ese lugar y ahí dentro… las mataron, las quemaron, para luego los restos ser tirados a un río”, explicó Juan José Yáñez, titular de la subprocuraduría de la Fiscalía Especial para la Investigación y Búsqueda de Personas No Localizadas y Personas Desaparecidas que lleva la investigación.
Yáñez asegura que la instancia volvió a estar bajo control del Gobierno hasta 2012.
“Lo que sucedió fue algo muy duro”, dijo. “No me explico yo cómo pudo pasar esto sin que hubiera una reacción”.
Los Zetas se apropiaron del centro penitenciario cuando Humberto Moreira era gobernador del Estado.
El Subprocurador detalló que criminales tenían el control absoluto del lugar.
“Entraban y salían todos los días”, dijo. “Uno de ellos comentó que él salía al Oxxo, compraba un café, leía el periódico, se iba a su casa a desayunar o a la casa de un amigo. Hacía una vida afuera y luego regresaba en la tarde”.
Desaparecen a 150 dentro de penal
Entre 2009 y 2011 el grupo criminal de Los Zetas usó el Centro de Reinserción Social (Cereso) de Piedras Negras como un “campo de exterminio” en el que improvisó hornos para desaparecer a más de 150 personas entre hombres y mujeres, según una investigación de la Procuraduría General de Justicia de Coahuila.
El “genocidio” ocurrido en el penal de Piedras Negras en esa época en la que Omar Treviño Morales, “Comandante 42”, era el jefe regional de Los Zetas para el Noreste de México, opaca las masacres perpetradas por el grupo criminal en la cárcel del Topo Chico, incluso si se suman esas víctimas con las asesinadas en la prisión de Apodaca, Nuevo León.
El expediente de la Procuraduría de Coahuila, el cual se dará a conocer en los próximos días, precisa que los sicarios metieron al Cereso a más de 150 hombres y mujeres para asesinarlas y luego incineraron sus cadáveres en improvisados hornos en ese penal.
La cifra podría aumentar si se comprueba que al menos 20 mujeres plagiadas en la región terminaron su vida en esa prisión.
Recaban testimonios
Declaraciones de reos en poder de la Procuraduría estatal, testimonios de familiares de las víctimas y la confesión del “jefe de cocineros” revelan que la cárcel se trasformó en un gran horno crematorio desde finales de 2009 y en todo el 2011, período en que gobernaba Humberto Moreira.
En esa época el grupo criminal estaba bajo el mando del “Comandante 42”, así como del estadounidense Mario Alfonso y de Poncho Cuellar, un capo con estudios de Maestría, principal operador para el trasiego de drogas, cerebro financiero y jefe de plaza en esa ciudad fronteriza.
Juan José Yañez Arreola, confirmó en entrevista que la investigación “está en curso y se dará a conocer en cuanto terminen de recabar los testimonios de al menos ocho reos recapturados que se fugaron del Cereso en septiembre del 2012”.
Yañez Arreola encabeza la investigación desde principios de 2014. El 31 de enero comenzaron las audiencias para recolectar pruebas, testimonios e inspeccionar el Cereso para conocer quiénes fueron las víctimas.
Revisaron con geo radares los patios del penal en busca cadáveres enterrados, pero sólo hallaron barriles de acero y restos de combustible presuntamente usado para incinerar y desaparecer los cuerpos.
Las víctimas
El presunto “jefe de cocineros” fue regresado a Piedras Negras para que confesara los nombres de algunas víctimas. Su testimonio refiere que algunas de las primeras víctimas de 2009 y hasta mediados de 2010 fueron personas inocentes que los halcones de Los Zetas confundieron con miembros de grupos rivales.
Anteriormente al diario El Español, Yañez Arreola informó que “más de 150 personas fueron privadas de la libertad, llevadas a ese lugar y ahí dentro las mataron, las quemaron, para luego los restos ser tirados a un río”.
Entre las víctimas inocentes hay mujeres que fueron ingresadas en el Cereso para participar en las fiestas que organizaba el cártel. También cinco hombres sordomudos que llegaron a la frontera a vender sus productos.
Además, hay dos policías federales y un ex federal de caminos.
La mayoría de las víctimas estaban vinculadas al crimen organizado y fueron llevadas al Cereso después de que llegaron 40 camionetas con sicarios de Tamaulipas para “hacer una limpia” en su organización en el Norte de Coahuila, la cual comenzó desde finales del 2010.
Todos los crímenes se hacían gracias a la corrupción y complicidad de los directivos del Cereso Dos de Piedras Negras.
Una “fábrica” de Los Zetas
De acuerdo con los testigos, en el interior de la prisión los reos también fabricaban los implementos que usaban los Zetas para sus actividades: chalecos antibalas artesanales con una funda para colocar una placa de acero de media pulgada de grosor.
También se restauraban los vehículos balaceados y se alteraban los tanques de gasolina para traer el dinero de la venta de droga a México, así como para ocultar armas que se adquirían en Texas; se elaboraban uniformes apócrifos de los cuerpos de seguridad y los del cártel con la letra Zeta bordada en rojo.
Siempre según esos testimonios, los líderes que controlaban el presidio podían salir y entrar cuando lo desearan e incluso tenían a personas que los sustituían durante sus largas ausencias.
El jefe de cocineros tenía el privilegio de “salir por las mañana a comprar su café en un Oxxo”, leer el periódico, comer en restaurantes y regresar por las tardes.
Incluso, cuando la Marina realizaba operativos para capturar al Comandante 42 Omar Treviño Morales, éste se escondía en el interior de la cárcel.
Fuente: www.am.com.mx
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